El relato de la construcción y consagración del tabernáculo, tal como se describe en Éxodo 40, es un momento culminante en la historia de Israel. Este pasaje no solo narra la ejecución de un mandato divino, sino que también establece un profundo significado teológico sobre la presencia de Dios en medio de su pueblo. En un contexto donde los israelitas enfrentaban incertidumbres y desafíos, la instalación del tabernáculo simboliza la permanencia de Dios y su deseo de habitar entre ellos.
La repetición de la frase "todo fue hecho ajustándose a lo que el Señor había mandado" resalta la obediencia de Moisés y la importancia de seguir las instrucciones divinas al pie de la letra. Este énfasis en la exactitud y el cumplimiento de los mandatos de Dios es fundamental para entender la relación entre el pueblo y su Creador. Moisés, como líder y mediador, no solo es responsable de la construcción física del santuario, sino también de la consagración de los objetos sagrados y de los sacerdotes, lo que establece un modelo de culto que perdurará a lo largo de las generaciones.
La llegada de la nube que cubre la Tienda de reunión y la gloria del Señor que llena el santuario es un signo tangible de la aprobación divina. Este fenómeno no solo recuerda la experiencia teofánica en el Sinaí, sino que también reafirma que el tabernáculo es el lugar donde Dios se encuentra con su pueblo. La nube se convierte en una guía y una compañía para los israelitas durante su travesía por el desierto. En este sentido, la presencia de Dios no es solo un hecho histórico, sino una promesa de que Él está con su pueblo en cada etapa de su viaje.
Para los israelitas en el exilio, este relato es una esperanza renovada. La visión de un santuario donde la gloria de Dios habita les recuerda que, a pesar de su situación actual, hay un futuro en el que la presencia divina será restaurada. Este mensaje es un poderoso recordatorio de que el culto y la adoración son esenciales para mantener viva la relación con Dios, y que la santidad del pueblo está intrínsecamente ligada a su capacidad de reconocer y honrar la presencia de Dios en sus vidas.
En resumen, la consagración del tabernáculo y la manifestación de la gloria de Dios son más que un relato histórico; son una catequesis sobre la importancia de la obediencia, la adoración y la presencia divina en la vida del pueblo de Israel. Este pasaje invita a los creyentes a reflexionar sobre cómo, en su propia vida, pueden buscar y reconocer la presencia de Dios, asegurando que su santuario, ya sea físico o espiritual, esté siempre preparado para recibirlo.