La Epístola a los hebreos es un libro que invita a contemplar profundamente la superioridad de Cristo sobre todo lo que el pueblo de Dios conocía antes. A pesar de no saber con certeza quién la escribió, lo que sí sabemos es que fue inspirada para una comunidad de creyentes judíos que luchaban con su fe en medio de las dificultades. ¿Qué hacer cuando parece más fácil volver a lo conocido, en lugar de caminar hacia lo nuevo que Cristo ofrece?
Una de las figuras más intrigantes que aparece en este libro es Melquisedec, un sacerdote enigmático que se presenta como un modelo de Jesús: sin principio ni fin, eterno. Este es solo un ejemplo de cómo Hebreos teje las promesas del Antiguo Testamento y las lleva a su cumplimiento en Cristo. Aquí, Jesús no es solo un profeta más, es el Sumo Sacerdote definitivo, quien se ofreció a sí mismo una vez por todas, logrando la redención que los antiguos sacrificios no podían.
La fe ocupa un lugar central en esta carta. Piensa en aquellos héroes bíblicos mencionados en el capítulo 11, quienes, sin ver el cumplimiento de las promesas, creyeron. Este es un recordatorio hermoso de que la fe es la confianza en lo que no vemos, pero sabemos que es cierto.
El descanso también tiene un nuevo significado. No es solo la entrada a la Tierra Prometida, sino la entrada a la paz eterna en Dios. Este descanso es una promesa viva para nosotros hoy, una invitación a confiar en Cristo como el camino seguro hacia la vida eterna.
El lenguaje de la Epístola a los hebreos está lleno de simbolismo del templo y los sacrificios, pero todo apunta a una sola verdad: en Cristo, encontramos el cumplimiento de todo lo que Dios ha planeado. Así que no dejes que las dificultades te desvíen. Cristo es más grande que cualquier desafío. Él es el sumo sacerdote que intercede por nosotros en el cielo, y en Él podemos encontrar descanso y confianza.
Hebreos es una llamada a permanecer firmes, a no volver atrás, sino a avanzar con la certeza de que Jesús ya ha hecho el camino. Mantengamos la fe y avancemos hacia esa promesa de descanso eterno, sabiendo que nuestro sumo sacerdote vive para interceder por nosotros.