En lo profundo del desierto del Sinaí, el Libro de los Números nos ofrece una travesía espiritual que refleja la vida misma. Aunque a veces lo reconocemos por sus censos y listas, su verdadero mensaje trasciende las estadísticas, y nos invita a caminar junto a Israel, sintiendo el polvo del desierto y escuchando la voz de Dios en medio de nuestras incertidumbres.
Este libro, llamado originalmente “Bemidbar”, que significa “En el desierto”, nos recuerda que la vida es una peregrinación constante. Allí, al principio de este viaje, Moisés recibe la instrucción divina para contar a los hijos de Israel, no solo como una mera estadística, sino como un recordatorio de que cada vida cuenta para Dios. Y así, entre censos y marchas, vemos cómo el pueblo vacila y tropieza, pero también cómo es guiado por la fidelidad del Señor.
Y en ese recorrido, surgen personajes clave. Miriam, la hermana de Moisés, es una figura que muchas veces pasa desapercibida. Sin embargo, su liderazgo y su desobediencia nos dejan lecciones valiosas. Su castigo por hablar contra Moisés es una advertencia sobre la importancia de la humildad y la obediencia.
Uno de los episodios más enigmáticos es cuando, al enfrentar serpientes venenosas, Moisés levanta una serpiente de bronce. Aquel objeto, que podía ser visto como un simple símbolo, se convierte en un medio de salvación para el pueblo. Esta historia anticipa, para muchos cristianos, la cruz de Cristo, donde la mirada de fe trae vida.
El Libro de los Números también nos advierte sobre los peligros del orgullo, como lo vemos en la rebelión de Coré. Él, junto a otros, desafía la autoridad de Moisés, y su trágico destino nos recuerda que la humildad ante la autoridad divina es fundamental para caminar en paz.
Pero no todo es juicio y castigo. En medio de las pruebas del desierto, el maná, ese pan que cae del cielo, sustenta al pueblo. Sin embargo, se nos dice que el maná cesará cuando lleguen a la Tierra Prometida. Un recordatorio de que en nuestra vida siempre habrá un momento de plenitud, cuando dejemos atrás el sustento temporal y gocemos de las promesas completas de Dios.
Incluso Balaam, el profeta pagano contratado para maldecir a Israel, no puede resistirse al poder de Dios y, en lugar de maldiciones, pronuncia bendiciones. Esta escena es un recordatorio de que incluso aquellos que no reconocen a Dios pueden ser instrumentos de Su plan.
Finalmente, el libro nos introduce las ciudades de refugio, esos lugares de misericordia destinados a aquellos que, sin intención, han causado daño. En estos espacios, Dios revela Su justicia equilibrada con la compasión.
El Libro de los Números cierra con esperanza. Después de tantas pruebas, el pueblo de Israel está a las puertas de la Tierra Prometida. Así también, en nuestras vidas, tras los desiertos y dificultades, siempre hay una promesa de redención y descanso, porque el Señor nunca abandona a los suyos.
Este relato del Libro de los Números no es solo un capítulo de la historia antigua; es un reflejo de nuestras propias travesías, nuestros desafíos y la esperanza de un futuro bajo la guía fiel de Dios.
