El relato del nacimiento de Moisés en Éxodo 2:1-10 es un testimonio poderoso de la intervención divina en medio de la opresión. En un contexto donde el faraón había decretado la muerte de todos los niños hebreos, la valentía de una madre y la compasión de la hija del faraón se convierten en instrumentos de salvación. Este relato nos recuerda que, a pesar de la opresión, siempre hay quienes, guiados por la fe y la valentía, se levantan para proteger la vida. Las mujeres que participan en esta historia son ejemplos de resistencia y desobediencia civil, actuando en contra de un sistema que busca la muerte.
La infancia de Moisés es un símbolo de esperanza. La madre de Moisés, al esconderlo, no solo actúa por instinto maternal, sino que también se convierte en un agente de Dios en la historia. Su decisión de colocar al niño en una cesta y dejarlo en el Nilo es un acto de fe, confiando en que Dios tiene un plan para su hijo. Este acto de entrega y confianza en Dios es un llamado a todos nosotros a actuar con valentía en situaciones de crisis.
En la juventud de Moisés (Éxodo 2:11-25), vemos cómo su sensibilidad hacia el sufrimiento de su pueblo lo lleva a actuar, aunque de manera equivocada al matar al egipcio. Este momento es crucial, ya que refleja la lucha interna que enfrentamos cuando nos encontramos ante la injusticia. Moisés, al darse cuenta de las consecuencias de su acción, huye al desierto, un lugar de reflexión y preparación para su futura misión. La huida al desierto simboliza la necesidad de distanciarse de las circunstancias para comprender mejor la situación y buscar la guía de Dios.
El encuentro de Moisés con las hijas de Reuel en Madián (Éxodo 2:16-22) revela su continuo compromiso con la justicia. Al defender a las mujeres de los pastores, Moisés muestra que su corazón sigue latiendo por aquellos que son oprimidos. Este acto de compasión es un precursor de su futura misión de liberar a su pueblo de la esclavitud en Egipto.
Finalmente, el clamor de los israelitas (Éxodo 2:23-25) llega a los oídos de Dios, quien se acuerda de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Este pasaje es fundamental, ya que establece la relación de Dios con su pueblo: un Dios que escucha, que se interesa y que actúa en favor de los que sufren. La promesa de liberación está en marcha, y Dios se manifiesta como el defensor de los oprimidos, un recordatorio de que nunca estamos solos en nuestras luchas.
En resumen, el relato de Moisés es una invitación a reconocer la presencia de Dios en medio de la adversidad y a actuar con valentía y compasión en favor de la vida. Nos llama a ser agentes de cambio en nuestras comunidades, siempre buscando la justicia y la libertad, confiando en que Dios está con nosotros en cada paso del camino.