El relato de la aflicción de los israelitas en Egipto es un testimonio poderoso de la lucha entre la vida y la muerte, un tema que resuena profundamente en la historia del pueblo de Dios. En los versículos 1-5, se establece un vínculo claro con el pasado, recordando cómo los israelitas llegaron a Egipto llenos de sueños y esperanzas. Sin embargo, a medida que se multiplicaron y se hicieron fuertes (v. 7), también se convirtieron en objeto de persecución y opresión.
La llegada de un nuevo faraón que no conocía a José (v. 8) simboliza un cambio drástico en la historia de los israelitas. Este faraón, temeroso de su creciente número, decide implementar un plan de opresión que incluye trabajos forzados y la brutalidad sistemática (vv. 11-14). Este acto de opresión no solo es un intento de controlar a un pueblo que se siente amenazante, sino que también refleja el antagonismo secular entre el deseo de vida y el deseo de muerte.
La resistencia de las parteras hebreas, Sifrá y Fuvá, es un acto de valentía y fe. A pesar de las órdenes del faraón de matar a los niños varones (v. 16), ellas temen a Dios y deciden salvar vidas (v. 17). Este acto de desobediencia a la autoridad opresora es un recordatorio de que la fe y el temor a Dios pueden llevar a la libertad y a la vida en medio de la adversidad.
La respuesta del faraón ante la multiplicación de los israelitas (v. 22) es un eco de la injusticia y la crueldad que muchos pueblos enfrentan hoy en día. Este relato, recordado por Israel durante el destierro, se convierte en una carta de navegación para aquellos que buscan la libertad y la vida que Dios desea para su pueblo. La historia de los israelitas en Egipto nos invita a reflexionar sobre nuestras propias luchas y a encontrar en ellas la esperanza y la promesa de un futuro mejor.
En conclusión, el relato de la aflicción de los israelitas no es solo una historia antigua, sino un llamado a la resistencia y a la esperanza en Dios, quien siempre está del lado de los oprimidos y busca su liberación. Nos recuerda que, a pesar de las circunstancias adversas, el plan de Dios es uno de vida, y que cada acto de fe puede contribuir a la construcción de un mundo donde prevalezca la justicia y la libertad.