En el pasaje de Apocalipsis 5, se nos presenta una escena celestial que revela la grandeza y la majestad de Cristo, el Cordero. Este texto, escrito en un contexto de persecución y sufrimiento para la comunidad cristiana primitiva, ofrece un mensaje de esperanza y redención. La imagen del rollo sellado simboliza los planes divinos y el destino de la humanidad, que solo pueden ser revelados y cumplidos por aquel que es digno.
La pregunta del ángel poderoso, "¿Quién es digno de romper los sellos y de abrir el rollo?", resuena con un profundo anhelo de respuesta. La angustia de Juan, quien llora por la ausencia de un digno, refleja la desesperanza que siente la humanidad ante el misterio del sufrimiento y la injusticia en el mundo. Sin embargo, la intervención de uno de los ancianos, que le dice que "ya el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido", transforma su llanto en alegría y alabanza.
Este León, que es también el Cordero sacrificado, representa la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. Su sacrificio no solo le otorga el derecho de abrir el rollo, sino que también establece un nuevo reino donde todos los creyentes son llamados a ser sacerdotes al servicio de Dios. La imagen del Cordero, que parece haber sido sacrificado, nos recuerda que la redención viene a través del sufrimiento y la humildad.
La adoración que sigue, donde los seres vivientes y los ancianos se postran ante el Cordero, subraya la importancia de la adoración en la vida del creyente. Cada uno con arpas y copas de oro, que representan las oraciones del pueblo de Dios, nos invita a reflexionar sobre el poder de nuestras oraciones y su capacidad para ser un ofrenda ante el trono de Dios. El nuevo cántico que entonan, proclamando la dignidad del Cordero, es un recordatorio de que nuestra adoración debe ser continua y llena de gratitud por la salvación recibida.
En conclusión, el mensaje de Apocalipsis 5 nos invita a vivir en la esperanza y la fe, recordando que, aunque enfrentemos tribulaciones, el Cordero ha vencido y está en control de la historia. Nos llama a ser parte de su reino, donde todos somos llamados a ser testigos de su amor y gracia en un mundo que anhela redención. Que cada uno de nosotros pueda unirse a la adoración celestial, proclamando con alegría: "¡Digno es el Cordero!".