El pasaje de Apocalipsis 18 nos presenta una poderosa imagen de la caída de Babilonia, símbolo de la corrupción y el materialismo en el mundo. Este texto, dirigido a los creyentes, nos invita a reflexionar sobre la justicia divina y el llamado a la separación del mal.
En el versículo 2, el ángel proclama: "¡Ha caído! ¡Ha caído la gran Babilonia!" Esta declaración no solo es un anuncio de juicio, sino también un recordatorio de que la opulencia y el lujo que caracterizan a Babilonia son efímeros. Las naciones han bebido del "vino de su adulterio" (v. 3), lo que nos lleva a considerar cómo el pecado y la injusticia pueden seducir y desviar a los pueblos de su verdadera vocación en Dios.
La voz del cielo que dice "Salgan de ella, pueblo mío" (v. 4) es un llamado urgente a la fidelidad. Este exhorto resuena en nuestros corazones hoy, recordándonos que debemos distanciarnos de las prácticas y valores que nos alejan de Dios. La invitación a salir de Babilonia es un acto de resistencia ante la tentación de conformarnos a un mundo que glorifica el pecado.
En conclusión, este pasaje nos invita a examinar nuestras propias vidas y a considerar cómo podemos permanecer firmes en nuestra fe, resistiendo las tentaciones del mundo. La caída de Babilonia es un recordatorio de que, aunque el mal pueda parecer poderoso, la victoria de Dios es segura y su justicia prevalecerá. Que podamos ser un pueblo que busca la verdad y la justicia, confiando en que nuestro Dios es fiel y justo en todos sus caminos.