El pasaje de Apocalipsis 12, que presenta la figura de la mujer y el dragón, es una poderosa representación de la lucha entre el bien y el mal. La mujer, revestida del sol y con la luna bajo sus pies, simboliza a la Iglesia o al pueblo de Dios, que, a pesar de las adversidades, es iluminada por la gloria divina. Su corona de doce estrellas puede interpretarse como la representación de las doce tribus de Israel, indicando que su misión es de carácter universal, abarcando tanto a judíos como a gentiles.
En el versículo 2, la mujer está encinta y grita por los dolores del parto, lo que refleja el sufrimiento y la angustia que enfrenta el pueblo de Dios en medio de la persecución. Este dolor es un símbolo de la esperanza que surge a través del sufrimiento, recordándonos que, a menudo, la llegada de algo nuevo y glorioso viene acompañada de tribulaciones.
El dragón, descrito como un enorme dragón rojo con siete cabezas y diez cuernos, representa a Satanás y sus fuerzas malignas. Su intento de devorar al hijo varón que nace de la mujer (v. 4) es un claro reflejo de la oposición que enfrenta el plan divino. Este hijo, que gobernará a las naciones con puño de hierro (v. 5), es una alusión a Jesucristo, quien, a través de su sacrificio, asegura la victoria sobre el pecado y la muerte.
La expulsión del dragón del cielo (v. 9) es un momento de triunfo espiritual. La victoria de Miguel y sus ángeles sobre el dragón es una afirmación de que, aunque el mal parece prevalecer, Dios tiene el control y está llevando a cabo su plan de salvación. La declaración de que "ha llegado ya la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios" (v. 10) nos recuerda que, a pesar de las luchas, la esperanza en Cristo es nuestra ancla.
La resistencia del pueblo de Dios se manifiesta en el versículo 11, donde se menciona que "lo han vencido por medio de la sangre del Cordero". Esto subraya la importancia del sacrificio de Cristo como el medio por el cual los creyentes obtienen la victoria. Además, su testimonio y la disposición a enfrentar la muerte por su fe son un llamado a vivir con valentía y fidelidad en tiempos de prueba.
Finalmente, la imagen de la mujer huyendo al desierto (v. 6) y siendo sustentada por Dios es un recordatorio de que, aunque enfrentemos persecuciones y desafíos, Dios siempre proveerá un refugio seguro y sustento para aquellos que confían en Él. La tierra que ayuda a la mujer (v. 16) simboliza la intervención divina que protege a su pueblo.
En resumen, este pasaje no solo narra una lucha cósmica, sino que también ofrece un mensaje de esperanza y victoria para todos los creyentes. Nos invita a permanecer firmes en nuestra fe, recordando que, a pesar de las adversidades, el amor y la protección de Dios siempre están con nosotros, y que la victoria final pertenece a Cristo y a su Iglesia.