El relato de la organización del campamento de Israel, tal como se presenta en Números 2:1-34, es un reflejo profundo de la teología de la presencia de Dios en medio de su pueblo. En este contexto, el Señor instruye a Moisés y Aarón sobre cómo deben acampar las tribus, cada una bajo su estandarte, en una disposición que no es solo logística, sino que también tiene un significado espiritual y ritual.
La Tienda de reunión se erige como el centro del campamento, simbolizando la presencia divina que guía y santifica a Israel. Este orden jerárquico, donde los levitas ocupan el lugar más cercano a lo sagrado, establece un muro divisorio entre lo sagrado y lo profano. La disposición de las tribus en torno a la Tienda no es meramente física; es una representación de la relación del pueblo con Dios, donde la santidad de los más cercanos al Santuario irradia hacia el resto de la comunidad.
En conclusión, la organización del campamento de Israel no es solo un relato histórico o logístico, sino una catequesis sobre la relación entre Dios y su pueblo. Nos invita a reflexionar sobre cómo entendemos la santidad y la inclusión en nuestra vida de fe. La verdadera santidad no se mide por la cercanía física al templo, sino por la actitud de amor y misericordia que llevamos en nuestro corazón hacia los demás. Este relato nos desafía a vivir en una comunidad donde todos son bienvenidos y donde la presencia de Dios se manifiesta en nuestras relaciones.