El pasaje que encontramos en Números 36:1-13 es un testimonio profundo de la preocupación de Dios por la justicia y la equidad en la distribución de la herencia entre su pueblo. En un contexto donde las mujeres a menudo eran vistas como meras receptores de la herencia a través de sus padres o esposos, la historia de las hijas de Zelofejad se erige como un hito de reivindicación y derechos.
Estas mujeres, al no tener hermanos varones, se atrevieron a reclamar lo que les correspondía, mostrando una fe audaz en el propósito divino. Su demanda no solo fue escuchada, sino que Dios, a través de Moisés, estableció una ley que garantizaba que la herencia se mantuviera dentro de la tribu, protegiendo así la identidad y la cohesión de cada clan. Este acto divino revela un principio fundamental: la herencia no es solo una cuestión de propiedad, sino de identidad y pertenencia.
En conclusión, este pasaje no es solo una regulación sobre la herencia, sino una declaración de la dignidad de las mujeres y un recordatorio de que Dios se preocupa por todos los aspectos de la vida de su pueblo. Al leer este texto, somos invitados a reflexionar sobre cómo valoramos y defendemos la justicia en nuestras propias comunidades, recordando siempre que cada persona, sin importar su género, tiene un lugar especial en el corazón de Dios y en su plan redentor.