En el corazón de la epístola a los Romanos, encontramos un poderoso mensaje que resuena a través de los siglos: “No me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen” (Romanos 1:16). Este versículo no solo establece la centralidad del evangelio en la vida del creyente, sino que también nos recuerda que la salvación es un regalo divino que se ofrece a toda la humanidad, sin distinción.
Pablo, al escribir a la comunidad cristiana en Roma, se enfrenta a un contexto donde el evangelio puede ser visto como una locura o una vergüenza. Sin embargo, su declaración audaz nos invita a reflexionar sobre la naturaleza transformadora del evangelio. Este no es un mensaje de condenación, sino de esperanza y redención. La salvación que se ofrece es para judíos y gentiles por igual, lo que subraya la universalidad del amor de Dios.
En el versículo 17, Pablo continúa: “En el evangelio se revela la justicia que proviene de Dios, la cual es por fe de principio a fin”. Aquí, se nos presenta la justicia divina como un regalo que se recibe por la fe. Esta justicia no es solo un concepto abstracto, sino una realidad que transforma vidas. La fe se convierte en el medio a través del cual los creyentes experimentan la gracia y el perdón de Dios.
Este pasaje nos recuerda que, a pesar de las circunstancias que enfrentemos, el evangelio sigue siendo la respuesta a nuestras necesidades más profundas. Nos llama a ser testigos de este poder transformador en un mundo que a menudo se siente perdido y sin esperanza. Al abrazar el evangelio, no solo encontramos salvación, sino que también somos llamados a compartir esta buena noticia con aquellos que nos rodean, convirtiéndonos en instrumentos de la gracia de Dios en la vida de otros.
En conclusión, Romanos 1:16-17 nos desafía a no avergonzarnos del evangelio, sino a vivir con valentía y fe, proclamando la justicia de Dios que se revela a través de Cristo. Que nuestra vida sea un reflejo de esta verdad, y que, al igual que Pablo, podamos anhelar compartir este mensaje de salvación con todos, recordando que el poder de Dios está en el evangelio, capaz de transformar corazones y vidas.