El relato de la destrucción de Sodoma y Gomorra en el libro de Génesis (capítulo 19) es un poderoso testimonio de la justicia divina y de la misericordia que Dios extiende a aquellos que buscan refugio en Él. En un contexto donde la perversidad y la injusticia habían alcanzado niveles insoportables, la intervención de Dios se manifiesta de manera contundente.
La llegada de los ángeles a Sodoma, y su hospedaje en la casa de Lot, nos muestra la importancia de la hospitalidad en la cultura antigua, un valor que se ve gravemente amenazado por la actitud de los hombres de la ciudad. La insistencia de Lot para proteger a sus huéspedes, incluso a costa de ofrecer a sus propias hijas, resalta la obligación moral de proteger la vida y la dignidad de los demás, un principio que trasciende el tiempo y la cultura.
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La perversidad de Sodoma: El clamor contra la ciudad había llegado hasta el Señor (versículo 13), y su pecado se manifiesta en la violación de la hospitalidad y en actos de violencia sexual. Este relato no solo es un juicio sobre la ciudad, sino una advertencia sobre las consecuencias de apartarse de los caminos de Dios.
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La liberación de Lot: La salvación de Lot y su familia es un acto de compasión divina. A pesar de la corrupción que los rodeaba, Dios se acuerda de Abraham y actúa en favor de su sobrino (versículo 29). Esto nos recuerda que la intercesión de los justos puede tener un impacto significativo en la vida de otros.
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La advertencia de no mirar atrás: La instrucción de huir sin mirar atrás (versículo 17) simboliza la necesidad de dejar atrás el pecado y las ataduras del pasado. La esposa de Lot, al mirar hacia atrás, se convierte en estatua de sal (versículo 26), una representación de la condena que enfrenta quien no puede soltar lo que Dios ha decidido destruir.
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La etiología de Moab y Amón: El relato también tiene un propósito pedagógico al explicar el origen de los pueblos enemigos de Israel, Moab y Amón, nacidos de un acto de incesto (versículos 36-38). Esto nos invita a reflexionar sobre cómo nuestras acciones pueden tener repercusiones que trascienden nuestras vidas, afectando a generaciones futuras.
En conclusión, el relato de la destrucción de Sodoma y Gomorra es una advertencia y una invitación a la reflexión. Nos recuerda que Dios es un Dios de justicia, pero también de misericordia. Su deseo es que todos se conviertan y vivan, y que busquemos siempre su refugio en tiempos de crisis. La historia de Lot nos enseña que, aunque el entorno sea hostil, siempre hay esperanza para aquellos que confían en la gracia divina.