El Salmo 135 es un himno que exalta la grandeza del Señor y contrasta la vanidad de los ídolos. En un contexto donde el pueblo de Israel enfrentaba la tentación de adorar a dioses ajenos, este salmo se presenta como un poderoso recordatorio de la supremacía de Yahvé sobre todas las naciones y de su fidelidad hacia su pueblo.
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Versículo 1-3: La invitación a alabar al Señor resuena con fuerza. La repetición de "¡Alabado sea el Señor!" no solo es un llamado a la adoración, sino también una afirmación de la bondad de Dios, que merece ser celebrada. Al permanecer en su casa, los fieles se unen en un acto comunitario de adoración, recordando que la alabanza es un deber y un deleite.
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Versículo 4-6: Aquí se establece la relación especial entre Dios e Israel. Al elegir a Jacob, el Señor no solo muestra su preferencia, sino que también reafirma su compromiso con su pueblo. La declaración de que Dios es más grande que todos los dioses es una clara denuncia de la idolatría que rodeaba a Israel, desafiando la percepción de poder de las naciones vecinas.
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Versículo 7-12: Estos versículos relatan las obras poderosas de Dios en la historia, desde el control de la naturaleza hasta la liberación de Israel de Egipto. Cada acto divino es un testimonio de su autoridad y poder, mostrando que Él actúa en favor de su pueblo y en contra de los opresores. Este recordatorio histórico es crucial para fortalecer la fe de Israel en tiempos de crisis.
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Versículo 15-18: La descripción de los ídolos como inútiles y sin vida contrasta con el Dios viviente que actúa y responde. La crítica a los ídolos de oro y plata es un llamado a la reflexión sobre en qué o en quién depositamos nuestra confianza. La advertencia de que quienes confían en ellos se asemejan a ellos subraya la consecuencia espiritual de la idolatría.
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Versículo 19-21: El salmo concluye con un llamado a la bendición del Señor por parte de su pueblo. Este acto de bendecir a Dios es una respuesta natural a su grandeza y bondad. La mención de Sión y Jerusalén refuerza la idea de que el lugar de adoración es sagrado y central en la vida de la comunidad de fe.
En resumen, el Salmo 135 no solo es un himno de alabanza, sino una profunda declaración de fe que invita a los creyentes a reconocer la grandeza de Dios y a rechazar la vanidad de los ídolos. En un mundo lleno de distracciones y falsedades, este salmo nos recuerda que nuestra verdadera esperanza y confianza deben estar firmemente ancladas en el Señor, quien es eterno y siempre fiel.