En el Salmo 120, el salmista se encuentra en una profunda angustia, clamando al Señor en busca de liberación de las lenguas engañosas que lo rodean. Este clamor resuena en el corazón de todos aquellos que, en algún momento, han sentido el peso de la calumnia y la mentira. La lengua, como instrumento de comunicación, puede ser un poderoso aliado, pero también un arma destructiva cuando se utiliza para engañar y herir.
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Versículo 1: "En mi angustia invoqué al Señor, y él me respondió." Aquí, el salmista nos recuerda que, en medio de la tribulación, siempre podemos acudir a Dios. Su respuesta es un testimonio de su fidelidad y presencia en nuestras vidas.
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Versículo 2: "Señor, líbrame de los labios mentirosos y de las lenguas embusteras." Este versículo destaca la necesidad de protegernos de las palabras que no solo son falsas, sino que también pueden causar un daño profundo. La oración del salmista es un llamado a la integridad y a la verdad en nuestras interacciones.
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Versículo 3: "¡Ah, lengua embustera! ¿Qué se te habrá de dar? ¿Qué se te habrá de añadir?" Aquí se plantea una reflexión sobre las consecuencias del engaño. La lengua embustera no solo hiere a otros, sino que también se condena a sí misma, quedando atrapada en su propia trampa.
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Versículo 4: "¡Puntiagudas flechas de guerrero, con ardientes brasas de retama!" Esta imagen poderosa ilustra el daño que puede causar una lengua engañosa. Las palabras pueden ser como flechas, que atraviesan el corazón y dejan cicatrices que a menudo son invisibles.
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Versículo 5-6: "¡Ay de mí, que soy extranjero en Mésec, que he acampado entre las tiendas de Cedar!" El salmista expresa su aislamiento y la dificultad de vivir en un entorno hostil. La sensación de ser un exiliado en medio de quienes aborrecen la paz es un sentimiento que muchos pueden entender en un mundo lleno de conflictos.
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Versículo 7: "Yo amo la paz, pero si hablo de paz, ellos hablan de guerra." Este versículo finaliza con una profunda paradoja. La búsqueda de la paz puede ser un acto de valentía en un mundo que a menudo prefiere la discordia. El salmista nos invita a ser portadores de paz, incluso cuando el entorno nos desafía a hacerlo.
En conclusión, el Salmo 120 es un poderoso recordatorio de la importancia de la palabra y de la oración en nuestras vidas. Nos invita a clamar al Señor en tiempos de angustia y a buscar su protección contra las lenguas engañosas. A través de esta plegaria, encontramos un camino hacia la verdad y la paz, recordando que, aunque el mundo pueda estar lleno de conflictos, nuestra esperanza y nuestra voz siempre deben estar alineadas con el corazón de Dios.