El relato de la de Jesús, tal como se presenta en el evangelio de Marcos 9:2-13, es un momento crucial que revela la de Cristo y su conexión con la historia de la salvación. Este evento se produce en un contexto donde los discípulos están comenzando a comprender la verdadera identidad de Jesús, pero aún luchan con la idea de un Mesías que debe y ser rechazado. La transfiguración sirve como un de la gloria que Jesús experimentará después de su resurrección, ofreciendo a sus seguidores una visión de esperanza en medio de la incertidumbre.
En este relato, Jesús lleva a a una montaña alta, un lugar que simboliza la cercanía con Dios. Allí, su apariencia cambia y su ropa se vuelve , lo que indica su naturaleza divina. Este momento no solo es un de su divinidad, sino también una invitación a los discípulos a reconocer la de Cristo.
La aparición de y dialogando con Jesús es significativa. Moisés representa la y Elías los , lo que subraya que Jesús es el cumplimiento de las Escrituras. La voz del Padre que dice: "Éste es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!" (Marcos 9:7) reafirma la de Jesús y su papel central en el plan de salvación.
El miedo que sienten los discípulos ante esta revelación es comprensible. La puede ser abrumadora, y su reacción nos recuerda que la cercanía a lo divino puede provocar asombro y temor. Sin embargo, Jesús les dice que no teman, lo que es un y esperanza.
Al descender de la montaña, Jesús les ordena que no hablen de lo que han visto hasta que el Hijo del Hombre resucite. Este mandato no solo protege el misterio de su identidad, sino que también les enseña sobre la y la como el clímax de su misión redentora.
La transfiguración es, por tanto, un momento de revelación y preparación. Nos invita a contemplar la y a entender que, aunque el sufrimiento y la muerte son parte del camino, la resurrección es la . En nuestra propia vida de fe, este relato nos recuerda que, a pesar de las dificultades y los desafíos, siempre hay una luz de esperanza que nos guía hacia la .