La oración de confesión de Esdras es un poderoso testimonio de la angustia y la humildad del pueblo de Israel ante su pecado y la necesidad de redención. En este contexto, Esdras se enfrenta a un grave problema: los matrimonios mixtos con pueblos extranjeros, que amenazan la identidad y la pureza de la comunidad israelita. Este asunto no es meramente social, sino que tiene profundas implicaciones teológicas y espirituales.
En los versículos 1 y 2, se nos presenta la realidad dolorosa de un pueblo que ha caído en la idolatría y las costumbres abominables de las naciones vecinas. Esta mezcla de culturas y creencias pone en peligro la fidelidad a Yahvé, el único Dios verdadero. La advertencia de no permitir que sus hijos se casen con mujeres de esos pueblos (versículo 12) resuena con la sabiduría de las Escrituras, que siempre han buscado proteger al pueblo de la corrupción espiritual.
La angustia de Esdras, descrita en el versículo 3, es un reflejo de su profundo compromiso con Dios y su pueblo. Al rasgarse la túnica y el manto, Esdras expresa su dolor y vergüenza por las transgresiones cometidas. Este acto simbólico es un llamado a la conversión y a la reflexión sobre las consecuencias del pecado. La comunidad se une a él, reconociendo que el pecado no solo afecta a los individuos, sino a toda la nación.
En los versículos 6 y 7, Esdras eleva su voz en oración, confesando la magnitud de la culpa que pesa sobre ellos. La expresión "nuestras maldades se han amontonado hasta cubrirnos por completo" es un recordatorio de que el pecado tiene un efecto acumulativo, que puede llevar a la destrucción y al cautiverio. Sin embargo, en medio de esta oscuridad, Esdras también reconoce la bondad de Dios, quien ha permitido que un remanente permanezca (versículo 8). Esto es un testimonio de la misericordia divina, que siempre busca restaurar a su pueblo.
La pregunta retórica en el versículo 10, "¿qué podemos decirte?", invita a la comunidad a reflexionar sobre su responsabilidad ante Dios. La ley y los mandamientos dados a través de los profetas son un recordatorio constante de la alianza que tienen con Yahvé. La advertencia de no buscar el bienestar de los pueblos extranjeros (versículo 12) es un llamado a mantener la integridad y la fidelidad a la fe.
Finalmente, el reconocimiento de que, a pesar de su culpabilidad, Dios ha permitido que sobrevivan como un remanente (versículo 15) es un mensaje de esperanza. La justicia de Dios se manifiesta en su misericordia, y su deseo de restaurar a su pueblo es un tema recurrente en la historia de Israel. La oración de Esdras nos invita a considerar nuestras propias vidas y a buscar la pureza y la fidelidad en nuestra relación con Dios, recordando que siempre hay un camino de regreso y redención para aquellos que se arrepienten sinceramente.