El relato del decreto de Ciro en el libro de Esdras (Esdras 1:1-11) nos ofrece una profunda revelación sobre la soberanía de Dios en la historia y su constante fidelidad hacia su pueblo. En un momento de desesperanza y exilio, cuando los judíos habían perdido su hogar y su templo, Dios actúa a través de un rey extranjero, Ciro de Persia, para iniciar un nuevo capítulo en la historia de Israel.
Este decreto no solo es un simple edicto político; es la manifestación del plan divino que se había anunciado a través de los profetas. La acción de Ciro, quien reconoce que el Señor, Dios del cielo, le ha encargado construir un templo en Jerusalén, subraya que Dios está en control de todas las naciones y sus gobernantes. Este es un recordatorio poderoso de que, incluso en tiempos de opresión, Dios no ha abandonado a su pueblo.
En el versículo 5, se menciona que "los jefes de familia de Benjamín y de Judá, junto con los sacerdotes y levitas, se dispusieron a ir a Jerusalén". Aquí vemos cómo Dios mueve los corazones de aquellos que están dispuestos a responder a su llamado. No todos los judíos regresaron; solo aquellos a quienes Dios "puso el deseo" en su corazón. Esto nos enseña que el regreso a la tierra prometida no es solo un acto físico, sino un movimiento espiritual que requiere de una disposición interna hacia la obediencia y la esperanza.
Además, el apoyo que reciben de sus vecinos y la provisión de los utensilios del templo son símbolos de la restauración y la reconciliación. El hecho de que Ciro ordene que se devuelvan los utensilios sagrados robados por Nabucodonosor es un acto de redención que señala la restauración de la adoración y la relación del pueblo con su Dios. Este segundo éxodo, como se menciona en las notas al pie, es un claro recordatorio de que la intervención divina es fundamental en los momentos de crisis.
En resumen, el relato del regreso a Jerusalén es un testimonio de la fidelidad de Dios y su capacidad para obrar a través de circunstancias inesperadas. Nos invita a reflexionar sobre nuestra propia disposición a seguir el llamado de Dios en nuestras vidas, a ser parte de su obra de restauración y a confiar en que, a pesar de las dificultades, Él siempre tiene un plan para su pueblo. Que este relato nos inspire a ser valientes y a actuar con fe, sabiendo que Dios está con nosotros en cada paso del camino.