El relato de la redención de Rut y Booz, tal como se narra en el último capítulo del libro de Rut, es un hermoso ejemplo de fidelidad, compromiso y la providencia divina en la vida de aquellos que confían en Dios. Este capítulo no solo culmina la historia de amor entre Rut y Booz, sino que también resalta la importancia de la comunidad y la legalidad en la vida social de Israel.
En un contexto donde las mujeres a menudo eran vistas como inferiores, Rut se presenta como un modelo de lealtad y valentía. Su decisión de seguir a Noemí y su disposición a aceptar el papel de esposa de Booz, a pesar de ser una extranjera, muestra cómo Dios puede usar a quienes son considerados marginados para cumplir sus propósitos. La plaza del pueblo, donde se lleva a cabo el acto de redención, simboliza el lugar de encuentro y de justicia, donde se toman decisiones que afectan la vida de la comunidad.
Cuando Booz se dirige al pariente redentor, lo hace con astucia, planteando primero la compra del terreno sin mencionar a Rut. Este acto refleja la sabiduría y el respeto que Booz tiene por las tradiciones y las leyes de su pueblo. Sin embargo, cuando el pariente se da cuenta de que la redención implica también a Rut, se retira, mostrando que a veces los intereses personales pueden obstaculizar el cumplimiento de la justicia y la misericordia.
La renuncia del pariente a sus derechos, simbolizada por la entrega de la sandalia, es un gesto que resalta la importancia de la responsabilidad en las relaciones humanas. Booz, al aceptar la redención, no solo está comprando un terreno, sino que también está asumiendo la responsabilidad de cuidar de Rut y de preservar el nombre de su difunto esposo. Este acto de amor y compromiso es celebrado por los ancianos y el pueblo, quienes invocan la bendición de Dios sobre su unión, deseando que su familia sea tan fructífera como la de Raquel y Lea, las matriarcas de Israel.
El nacimiento de Obed, el hijo de Rut y Booz, es un momento de renovación y esperanza para Noemí, quien había perdido todo en su vida. Las mujeres del pueblo reconocen la obra de Dios en su vida, proclamando que Obed será un renacer para ella. Este niño no solo es un símbolo de la restauración de la familia, sino que también se convierte en parte de la genealogía del rey David, y por ende, de Jesús, el Redentor del mundo.
En conclusión, la historia de Rut y Booz es un poderoso recordatorio de que, a pesar de las adversidades y el desamparo, Dios siempre tiene un plan. A través de la fidelidad de Rut, la sabiduría de Booz y la gracia de Dios, vemos cómo los caminos de la redención se entrelazan, invitándonos a confiar en Su providencia y a valorar cada vida en nuestra comunidad. Que esta historia inspire a cada uno de nosotros a ser agentes de redención y amor en el mundo, siguiendo el ejemplo de estos valientes personajes bíblicos.