En el pasaje de Efesios 2:1-10, el apóstol Pablo nos recuerda la en la que nos encontrábamos antes de conocer a Cristo. Este estado de y es un reflejo de la realidad de vivir sin la luz de Dios, guiados por nuestros propios deseos y la influencia de un mundo caído. Sin embargo, el versículo 4 nos ofrece un giro radical: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros”. Aquí se revela la como un ser que, a pesar de nuestra rebeldía, actúa con y , dándonos vida a través de Cristo.
- Salvación por gracia: El versículo 5 enfatiza que “¡Por gracia ustedes han sido salvados!”. Este concepto de gracia es fundamental en nuestra fe; no es algo que podamos ganar o merecer, sino un regalo divino que se nos ofrece a través de la fe. La salvación es un acto de bondad de Dios, que nos rescata de la muerte espiritual y nos da nueva vida.
- La nueva identidad en Cristo: En los versículos 6 y 7, Pablo nos recuerda que hemos sido resucitados y sentados en las regiones celestiales con Cristo. Esto no solo habla de nuestra nueva identidad como hijos de Dios, sino también de nuestra posición privilegiada en la familia de Dios, donde somos parte de su plan eterno.
- La obra de la cruz: En Efesios 2:13-16, se nos presenta la reconciliación que Cristo logró a través de su sacrificio. Antes estábamos lejos, pero mediante su sangre, hemos sido acercados a Dios. La cruz no solo elimina la enemistad entre los pueblos, sino que también nos une en un solo cuerpo, creando una nueva humanidad que vive en paz y unidad.
La obra redentora de Cristo es un llamado a todos, sin distinción, a experimentar la que solo Él puede ofrecer. En un mundo dividido y lleno de conflictos, la iglesia está llamada a ser un reflejo de esta en Cristo, donde cada creyente, independientemente de su trasfondo, es un en la familia de Dios.
- Construidos sobre el fundamento de Cristo: En los versículos 19-22, Pablo utiliza la metáfora de un templo para describir la comunidad de creyentes. Cada uno de nosotros es una piedra viva, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, con Cristo como la piedra angular. Esto nos recuerda que nuestra vida y misión están intrínsecamente ligadas a la obra de Cristo y a la comunidad de fe.
- Morada de Dios: Finalmente, el pasaje concluye con la promesa de que somos la morada de Dios por su Espíritu. Esto implica que cada creyente es un templo donde Dios habita, lo que nos llama a vivir en santidad y a reflejar su gloria en el mundo.
En resumen, estos pasajes nos invitan a reflexionar sobre la que hemos recibido y la que hemos encontrado en Cristo. Nos desafían a vivir en la luz de esta verdad, siendo agentes de paz y unidad en un mundo que desesperadamente necesita el amor de Dios.