El relato del reinado de Joram en Israel, junto con la intervención del profeta Eliseo, nos ofrece una profunda enseñanza sobre la fidelidad de Dios y la importancia de la obediencia a Su palabra, incluso en tiempos de crisis. Joram, hijo de Acab, sube al trono en un contexto de idolatría y rebeldía contra el Señor. Aunque su reinado es marcado por la desobediencia, se destaca un pequeño cambio: la eliminación de la estela de Baal, lo que indica un leve intento de reforma espiritual en medio de un pueblo que había caído en la idolatría.
La rebelión del rey de Moab, Mesá, contra Joram, es un reflejo de la inestabilidad política que caracteriza a la época. La respuesta de Joram, al unirse con Josafat y el rey de Edom, muestra la necesidad de alianzas en tiempos de adversidad, pero también revela la falta de confianza en la dirección divina. A medida que avanzan hacia la batalla, se enfrentan a la escasez de agua, lo que provoca el desánimo y la desesperación en el corazón de Joram, quien clama: "¡Ay! ¡El Señor ha reunido a tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas!" (v. 10).
Sin embargo, es en este momento de crisis que surge la figura de Eliseo, quien representa la voz de Dios en medio de la confusión. La consulta a Eliseo es un acto de humildad por parte de Josafat, quien busca la dirección del Señor. Eliseo, al principio, muestra desprecio hacia Joram, lo que nos recuerda que la obediencia a Dios no siempre es bien recibida por aquellos que han persistido en el pecado. Sin embargo, por el respeto que tiene hacia Josafat, accede a buscar la voluntad de Dios (v. 14).
La instrucción de Eliseo de abrir zanjas en el valle, a pesar de la ausencia de viento o lluvia, es una poderosa metáfora de fe. El acto de cavar zanjas es un acto de obediencia que precede a la provisión divina. Dios promete llenar esas zanjas con agua, demostrando que Su poder no está limitado por las circunstancias visibles. Esto nos enseña que, aunque no veamos la solución a nuestros problemas, debemos actuar en fe, confiando en que Dios cumplirá Su palabra (v. 16-17).
Finalmente, la victoria sobre Moab, que parece ser un resultado de la confusión provocada por el agua reflejada, es un recordatorio de que Dios puede usar incluso las circunstancias más inesperadas para llevar a cabo Su propósito. La destrucción de las ciudades de Moab y la derrota de su rey son una manifestación del juicio divino sobre la idolatría y la rebeldía (v. 24-25).
En resumen, este relato no solo narra eventos históricos, sino que también nos invita a reflexionar sobre nuestra propia obediencia y confianza en Dios. Nos recuerda que, en medio de la adversidad, debemos buscar la dirección divina y actuar con fe, sabiendo que Dios es capaz de proveer y de traer victoria incluso en las circunstancias más desafiantes.