El relato de la unción de David en 1 Samuel 16:1-13 es un momento crucial en la historia de Israel, donde se revela la iniciativa divina en la elección de un nuevo rey. Dios le dice a Samuel: "¿Cuánto tiempo vas a quedarte llorando por Saúl?" (v. 1), lo que nos muestra que el propósito divino no se detiene ante el fracaso humano. Saúl, aunque fue elegido por el pueblo, había sido rechazado por Dios debido a su desobediencia. En contraste, David es elegido no por su apariencia, sino por su corazón (v. 7), lo que enfatiza que Dios mira más allá de las apariencias externas y se enfoca en la integridad interior.
Este relato también introduce el tema del hermano menor, un motivo recurrente en la narrativa hebrea. David, el más pequeño de los hijos de Isaí, es el que recibe la unción, lo que nos recuerda que en el reino de Dios, los valores humanos son invertidos. La elección de David es un claro recordatorio de que Dios puede levantar a los que el mundo considera insignificantes para cumplir grandes propósitos.
En la segunda parte del relato, 1 Samuel 16:14-23, se presenta el contraste entre David y Saúl. Mientras el Espíritu del Señor está con David, Saúl es atormentado por un espíritu maligno (v. 14). Esto ilustra la decadencia espiritual de Saúl, quien, a pesar de su posición, ha perdido la conexión con Dios. La música de David, tocada con su arpa, se convierte en un medio de sanación para Saúl, mostrando el poder de la adoración y la música en la vida espiritual.
La llegada de David a la corte de Saúl no solo es un paso hacia su futuro reinado, sino también un testimonio de cómo Dios prepara a sus elegidos. David, aunque aún no es rey, comienza a desempeñar un papel importante en la vida de Saúl, lo que nos enseña que a menudo Dios nos llama a servir en situaciones que pueden parecer pequeñas o insignificantes, pero que son parte de su plan divino.
En resumen, la unción de David y su servicio en la corte de Saúl son un poderoso recordatorio de que Dios elige a aquellos que tienen un corazón conforme al suyo y que su plan se desarrolla en medio de las circunstancias humanas. Este relato nos invita a confiar en la sabiduría divina y a recordar que, aunque las apariencias pueden engañar, Dios siempre tiene el control y está trabajando en nuestras vidas para cumplir su propósito eterno.