Las obras de misericordia son manifestaciones concretas del amor que Dios nos ha enseñado a tener unos por otros. A través de ellas, expresamos nuestra compasión y solidaridad con quienes más lo necesitan. La Iglesia nos enseña que existen catorce obras de misericordia, divididas en siete corporales y siete espirituales.
Obras de Misericordia Corporales:
1. Dar de comer al hambriento.
2. Dar de beber al sediento.
3. Vestir al desnudo.
4. Dar posada al peregrino.
5. Visitar a los enfermos.
6. Visitar a los presos.
7. Enterrar a los muertos.
Obras de Misericordia Espirituales:
1. Enseñar al que no sabe.
2. Dar buen consejo al que lo necesita.
3. Corregir al que se equivoca.
4. Perdonar las injurias.
5. Consolar al triste.
6. Sufrir con paciencia los defectos del prójimo.
7. Orar por los vivos y los difuntos.
Al practicar estas obras, nos acercamos más al corazón de Jesús y seguimos sus enseñanzas de amor y servicio.
La Ley de Dios
La Ley de Dios, plasmada en los Diez Mandamientos, es el fundamento ético y moral que guía nuestras vidas como creyentes. Esta ley divina nos invita a amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Las obras de misericordia son una expresión viva de este amor, ya que nos impulsan a actuar con compasión y justicia en favor de los demás.
¿Cuáles son las Obras de Misericordia Corporales?
Las obras de misericordia corporales son acciones que responden a las necesidades físicas y materiales de nuestros hermanos y hermanas:
1. Dar de comer al hambriento: Compartir alimentos con quienes carecen de lo necesario.
2. Dar de beber al sediento: Proveer agua y bebidas a quienes lo necesitan.
3. Vestir al desnudo: Donar ropa y abrigo a los desamparados.
4. Dar posada al peregrino: Acoger a los que no tienen hogar o están de paso.
5. Visitar a los enfermos: Brindar compañía y cuidado a quienes padecen enfermedades.
6. Visitar a los presos: Llevar esperanza y consuelo a los encarcelados.
7. Enterrar a los muertos: Ofrecer un descanso digno a los fallecidos y consuelo a sus familias.
Estas acciones nos recuerdan que el amor de Dios se manifiesta a través de nuestro servicio y atención a las necesidades de los demás.
Obras de Misericordia en la Biblia
Las Sagradas Escrituras nos invitan constantemente a practicar la misericordia. En el Evangelio según San Mateo (25, 35-36), Jesús nos dice:
“Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me acogisteis; estuve desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y vinisteis a verme.”
Este pasaje nos enseña que al servir a los más necesitados, servimos al mismo Señor. También en el Libro de Isaías (58, 6-7) se nos anima a:
”¿No es más bien el ayuno que yo escogí… que compartas tu pan con el hambriento y hospedes en tu casa a los pobres sin techo; que vistas al desnudo y no te desentiendas de tu propia carne?”
La Biblia es, pues, una fuente inagotable de inspiración para vivir la misericordia en nuestras vidas cotidianas.